Expresiones curiosas

por | 01 de noviembre de 2025

En el día a día solemos utilizar expresiones, si no extrañas, al menos curiosas. Las tenemos tan asimiladas que ya no nos paramos a analizarlas. Sin embargo, vale la pena indagar en sus orígenes. He aquí unas cuantas de dichas expresiones:

Meter la gamba, o sea, “meter la pata”. Hay quien defiende que se refiere a la palabra italiana “gamba”, que significa “pierna”. Sin embargo, existe una segunda teoría. “Gamba” significaba coloquialmente en el mundo taurino “pierna”. Si el torero no colocaba la gamba/pierna bien, el resultado de la faena no era ni seguro ni elegante. De ahí que meter la gamba signifique cometer un error.

Buscarle tres pies al gato: Hay quien dice que le busca cinco pies al mismo gato. Pues también está bien. De hecho, al principio es lo que buscaban. Significa complicarse la vida inútilmente: ¡Que el gato tiene cuatro pies – punto!

Una de cal y otra de arena: ¿Alguien sabe a primeras cuál es la buena y cuál la mala? El caso es que así se hacía la argamasa antaño: con una capa de cal, que era el aglomerante, y otra de arena, que era la que daba solidez a la mezcla. Para asegurar el resultado no podía faltar ninguna de las capas. Igual que la vida misma: los halagos sin las críticas no funcionan y viceversa. ¿Ya tenéis claro cuál es la buena y cuál la mala?

Enamorado como un becerro: Si esta no es una expresión romántica donde las haya… ¿Cómo son los becerros? Pues son dóciles, entrañables, alegres, inocentes y patosos. El becerro encarna el amor sin malicia, aunque a veces torpe.

Sácale para el tabaco: O lo que es lo mismo — obtener un provecho adicional. Aquí tenemos que remontarnos a la época colonial. Tras una transacción mercantil era típico pedir una propinilla, para poder comprar algo de tabaco. Tampoco iban a ser todas las ganancias para el otro…

Vender la moto: Nos adentramos en lo que era el mundo de la venta de segunda mano. Con palabrería y engaños trataban de endosarte una moto vieja como nueva. Es lo que tiene la publicidad engañosa…

Comerse el coco: “Coco” es una palabra que procede del gallego y designa la cabeza de un fantasma, por ende, un fantasma — la parte por el todo. Y rumiar, darle vueltas y vueltas a algo, es darle al coco demasiado.

En el séptimo cielo: Y eso que parece que solo hay uno… Sin embargo, según la tradición judeo-islámica el Universo estaba compuesto por siete esferas, o cielos, concéntricas. Cuanto más se alejaba uno del centro, más se acercaba al séptimo cielo, el más sublime porque era donde residía Dios. Ahí era donde se obtenía la paz y la felicidad absoluta.

Elefantes rosas: Había una vez un rey que le regaló a un cortesano al que quería arruinar un elefante blanco. El truco estaba en que los elefantes blancos eran sagrados y muy costosos de mantener. Con el tiempo, la idea del elefante blanco se transformó en la del “elefante rosa”, símbolo de lo absurdo, ridículo o imposible.

Radio Macuto: Ahora nos hemos de trasladar a la Guerra de Marruecos. El macuto era la mochila militar con la que cargaban los soldados españoles. La rumorología que sonaba de boca en boca — o mejor, de mochila en mochila — entre tropas a falta de confirmaciones oficiales, se convirtió en sinónimo de marujeo.

Boca chancla: La chancla, una prenda poco glamurosa donde las haya. No solo no es elegante, sino que emite un sonido molesto cuando está en movimiento. Y por lo general con chanclas nunca se está quieto. Pues la persona que no para de hablar y lo larga todo es tan poco sofisticada y fastidiosa como una chancla.

Y la de expresiones curiosas que han quedado en el tintero…

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